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ECO-DRUMMING: ¿Es posible?

Buscamos soluciones a ciertas prácticas que nos ayuden a ser que nuestro trabajo sea más sostenible, si es que se puede.


De todas las cosas que ser músico conlleva, el hecho de que nuestro trabajo sea ecológicamente sostenible no se nos suele pasar por la cabeza. No obstante, por el bien de nuestro planeta, opino que es deber de todos, sin exclusión, observar con detenimiento nuestros hábitos de uso y consumo, y tratar de modificarlos cuando sea posible de manera que estos no perjudiquen a nuestro medio ambiente.



El ser humano es, científicamente comprobado, responsable de el aumento drástico de CO2 en la atmósfera (288 partes por millón antes de la era industrial, a las 415 ppm actuales) y así aumentando la temperatura global media de la superficie. Las consecuencias dejan de ser advertencias futuras y están más que presentes: incendios generalizados masivos en Amazonia, Alaska o como es más reciente, los de Australia de principios de este año. En España, las riadas en la zona de Levante son ya algo de esperar cada año. A gran escala, no debemos de olvidar las consecuencias catastróficas del aumento del nivel del mar que auguran los expertos sino cambiamos las cosas YA.







Habrá quién se pregunte porqué hablamos de este tema en una revista para bateristas. La respuesta más sencilla. Esto es un problema global cuya solución, por inalcanzable de manera individual que sea, recae en cada una de las personas que habitan la Tierra. Es irresponsable no obstante culpar a quienes no tienen elección ni poder sobre su consumo al vivir en países subdesarrollados, ambientes desfavorecidos, etc. Del mismo modo, es sumamente responsable demandar al poder político un plan de actuación a nivel local, regional, nacional y global frente a este problema. Al fin y al cabo, el IPCC estima que el 2,5% del PIB mundial durante los próximos 20 años debería de ser dedicado a la lucha contra el cambio climático.






Una vez aclarado esto, quisiera señalar a la industria musical. Si bien no hay tanto que podamos hacer dentro de nuestra cueva baterística, no hay que olvidar que somos piezas de un puzzle más grande.

No tanto este año, por supuesto, pero el gran punto negro de nuestra industria está en el viaje y movimiento de mercancía. Volar a bandas por todo el mundo, compras de Cd’s y Merchandising en menor medidas, generadores diésel para festivales y grandes eventos, la gente que viaja a mediana o gran escala para asistir a conciertos, ir y venir del estudio… es difícil imaginar una realidad en la industria que prescinda de todas esas cosas. Y es verdad, porque las soluciones a muchos de estos problemas medioambientales que la música presenta es ínfima en comparación con las


industrias ganaderas y agricultoras extensivas o la industria de la moda. Pese a eso, no deja de ser responsabilidad nuestra tratar de atajar el problema. Eso sí, las soluciones parecen de momento lejanas, aunque la crisis que vivimos haga a la industria reestructurar su modelo (¿alguien se imagina miles de personas volando a Croacia desde todo el mundo para un festival de un fin de semana?). Soluciones alrededor de la realidad virtual para ensayos y conciertos, vehículos eléctricos más asequibles y en un futuro autónomos, formas de volar menos dañinas (se habla del avión eléctrico, aunque antes vendrá un combustible menos contaminante).

No dejamos de ser un pequeño granito de arena de una montaña gigante, pero sin montaña no hay granito.



Como baterías, ¿qué podemos hacer?

Creo que hay dos vías de actuación inmediata en lo que a nuestro instrumento confiere. La primera es cuidar nuestros hábitos de consumo. Invertir en productos que duren, reciclar, cuidar de usar cuanto menos plástico posible, o por ejemplo comprar nuestros productos de manera local para así no contribuir tanto a la huella ecológica del transporte de mercancías. Valdrán un euro menos, pero comprar las baquetas en tu tienda más cercana en vez de en Thomann o Amazon puede salirnos más barato a todos a la larga.

La segunda vía es demandar, como consumidores que somos, a las marcas a tener un proceso de producción y distribución lo más responsable con el medio ambiente posible. No podemos, de momento, dejar usar maderas para baquetas y baterías, ni parches de plástico. Pero hay que demandar que las marcas muestren un compromiso con nuestro planeta. Sí es posible embalar las baquetas con una funda de cartón en vez de plástico (Vic Firth fue pionero en esto) o hacer por reforestar lo que talan (DW comenzó un programa en 2002 por el que realizan una donación de un porcentaje de cada venta destinado a replantar lo que utilizan en su producción). Y por supuesto es preferible embalar y empaquetar sin usar una cantidad de ingente de plásticos, nuestro planeta lo agradecerá.


Pese a esto, los pasos que podemos dar son pequeños desde la batería. Para tener un impacto mayor, porque es posible, es necesario cambiar nuestro chip como consumidores. Para ello, hemos charlado con CLOTSY BRAND, una marca de ropa española que se dedica a hacer ‘slow fashion’, la moda lenta que busca combatir el consumo desmesurado y altísimo impacto ecológico que se estila hoy en día.



“Nosotros como consumidores tenemos todo el poder. Si tú decides que no quieres una bolsa de plástico en el supermercado porque no quieres que el mar esté lleno de bolsas de plástico, al final, si todo el mundo dice que no, te van a ofertar bolsas de tela o te van a dejar usar bolsas de tela que antes no te dejaban usar. Si tú te das cuenta de que usas cada día en el trabajo una botella de agua que acabas tirando al final del día y la sustituyes por una botella reutilizable, un termo o de cristal, estás ahorrando, si trabajas, no sé, doscientos y pico días al año, te vas a dar cuenta que te vas a ahorrar tú y el planeta, más de 200 botellas. Eso por cada trabajador son muchas botellas. Es que son los pequeños gestos, igual que el tema de la ropa. ¿Por qué tenemos que vestir y tener el armario 40 tipos de looks por si acaso alguna vez usamos, que cosen niños que están explotados en países subdesarrollados que no les pagan ni céntimos por esa prenda?



Pero a lo mejor podemos tener la mitad, un conjunto para cada día de la semana, aunque luego tengas algún capricho que te guste, y así no nos quejamos por lo cara que es esa ropa, sino que valoraría realmente las prendas porque pagaríamos el valor real y las cuidaríamos más y durarían más porque el slow fashion vale lo que pagas. Si tú pagas una prenda que está hecho en España y todo el mundo tiene un sueldo digno, eso se refleja la prenda y la calidad. Creo que es hora de cambiar la mentalidad de mirar solo los precios, y cambiar nuestra perspectiva, hay que preguntar siempre dónde hacen las cosas que compramos. Porque ahora voy a Pull&Bear, y me da bastante ansiedad, porque dices qué chula la ropa, me mola, y una amiga se compró un vestido que me flipaba, me lo quería comprar yo también pero piensas: Está hecho en Bangladesh, sé lo que hay detrás y he visto muchas cosas. No lo necesito. Nos crean muchas veces una necesidad por tener ropa por 15-20 euros que no necesitamos. Muchos de nosotros tenemos ropa de sobra para todas las semanas del año. Comprar por comprar es tremendamente dañino. No comprarse una prenda que no necesitas supone un embalaje menos, un proceso de fabricación por trabajadores en malísimas condiciones menos, un viaje que gasta combustibles fósiles menos… Está en nosotros y sobre todo en informarse y en pedir, que al final, cuando cambiamos los hábitos de consumo la oferta cambia.”

Ángela, de CLOTSY BRAND. Visita su web


Usa ‘CLOTSYDRUMS10’ si compras algo para disfrutar de un 10% de descuento de nuestra parte :)

Además de cambiar nuestros hábitos de consumo como baterías, vemos que también el poder de cambiar muchas más cosas. Si miras con dedicación, verás la ingente cantidad de plástico, energía, agua, combustible… que usamos sin pensarlo.

Personalmente, os dejo alguna pequeña recomendación por si estáis interesados:

Bolsas reutilizables para la compra, tanto grandes como de tela pequeñas para fruta y verdura.

  • Usar la bici o andar cuando se pueda. En mi pueblo tenía la costumbre de ir a todos sitios en coche por comodidad, cuando no es necesario.

  • Hace poco me compré esta funda para el móvil que es biodegradable. Además esta marca de Barcelona colabora con ONG’s y la reforestación.

  • En vez de botella de plástico, llévate una reutilizable siempre que puedas. Me duele pedir una botella de plástico en un bar sabiendo que pueden hacerlas de cristal perfectamente como las de refresco.

  • Servilletas de tela > comprar servilletas de papel de un solo uso.

  • Cosmética sólida, mucho más duradera y respetuosa con el medio ambiente.

  • Pon el lavavajillas (mejor que lavar a mano) y la lavadora cuando estén llenas.

  • Y en general, todos los productos que sean de un único uso, piénsatelo dos veces ¿vale la pena?





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